DECIMOOCTAVO RETO GENERAL DESIERTO


Aquí os va el maravilloso relato para el reto general, con que participó, Víctor. ¡Disfrutadlo! Ha sido tremendamente doloroso tener que considerar el reto como desierto por falta de participantes.



SORPRESA

Gran responsabilidad tener entre las manos tan valioso material, amiga mía.
Ella le miraba entre divertida y ausente. Detrás de sus ojos azules virados al violeta, había un gesto de indiferencia algo desconcertante. Sin duda su escote generoso, distraía la atención de su interlocutor tanto, que no había reparado en ese detalle. 
-Son magníficas -comentó al fin con el mismo tono de admiración que un momento atrás- ¿Cuánto quieren por ellas?
La rubia esperó un poco antes de contestar.
-Eso no me corresponde a mi señor Logan. Si está interesado, ya tendrá noticias.
Descruzó las piernas con profesionalidad para levantarse decidida. Extendió ambas manos hacia Logan, las palmas hacia arriba, y espero a que este pusiera en ellas las piedras. Él las introdujo en el estuche de cuero negro, y se lo devolvió con una sonrisa tonta. La vió alejarse sumida en aquel contoneo procaz, y al compás de sus tacones murmuró en voz baja. -No lleva sujetador.


La Castellana rebosaba coches desde bien temprano como siempre. Logan se sentó en una terraza, y frente a un café solo desplegó un ejemplar atrasado del Daily Mirror. Su aspecto frívolo enfundado en un traje de lino marfil, no llamaba la atención bajo el sol de la mañana matritense, salvo para un joven, que desde una Custom plateada discretamente le fotografiada a varios metros. Logan consultó su reloj y tras dejar sobre la mesa un billete de diez euros, hizo ademán de levantarse.
-¿Se marchaba ya señor Logan?
La voz aspera a su espalda anticipaba una visión seguramente poco agradable. Logan se volvió apoyando el codo sobre el respaldo.
-No creo conocerle caballero.
Logan hablo con voz queda, estudiando cada detalle de aquella cara desfigurada por cicatrices que parecían de quemaduras. 
-No me conoce, y podría desear no haberme conocido.
La amenaza y el dedo amarillo de fumador con que le apuntaba caraquemada, no inquietaron a Logan lo más mínimo que risueño observaba al matón a contraluz. Éste torció un poco la boca en una mueca despreciativa y concluyó.
-Las piedras valen 120.000.€ en billetes de 20. La entrega se hará pasado mañana, en el Parque de la Fuente del Berro. Frente al estanque hay un urinario que habitualmente está cerrado. Ese día estará abierto justo a las tres de la tarde. Allí me esperara. Llevará el dinero en un maletín de piel negro. Me gusta mucho la piel, también la humana.
Logan quiso decir algo pero el gorila le cayó con un gesto imperativo de su enorme mano.
Ni un billete de menos fue toda su respuesta y su despedida mientras daba la última calada a un cigarrillo. Logan esperó unos instantes y se agachó a coger la colilla de Marlboro que aún ardía a sus pies, mientras el gorila se alejaba. El joven de la Custom arrancó su cabalgadura y se perdío Castellana abajo. 



Entró en el parque por la puerta de la calle de Peñascales. Niños uniformados, jugaban aquí y allá distraidos y sudorosos, bajo un sol aplanador. Encendió un Camel a pocos metros del urinario, e instintivamnete tocó por fuera de su americana el paquete de Marlboro. Poco antes había disuelto en un vaso sales de cianuro, para mojar la punta de tres cigarrillos que secó cuidadosamente al sol.
El edificio cuadrangular y pequeño, sólo mostraba una ventana circular hacia el paseo, y a la espalda la puerta de chapa verde carruaje que esperaba entreabierta.
Logan entró cauto. No era la primera vez que trataba con cenutrios de ese porte. De entre las sombras salió ágil cara quemada. Logan saludó con la mano mientras echaba sobre éste, una bocanada de humo tan grande como sus pulmones le permitían.
Le tendió el maletín y a la vez sacó del bolsillo el paquete de Marlboro y se lo ofreció también. El grandullón tomó ambas cosas, y antes de atender al maletín extrajo un cigarrillo y lo prendió. Luego abrió el maletín y miro a Logan con un gesto amistoso. 
-¿Está todo?
-Puede contarlo si lo desea.
-No hará falta, ya sabe lo que le espera si la caga. Tenga aquí están sus piedras.
Logan tomó el estuche y lo guardó en el bolsillo donde antes levaba el tabaco.
-¿No lo mira señor Logan?
-No hará falta. Tranquilo.
La bestia que daba en ese momento otra calada a su cigarrillo miro a Logan con pánico en las pupilas. Una náusea primero, un vómito amargo después, y la respiración entrecortada, fueron las explicaciones que ya no necesitaba para saber que todo había terminado para él. Cayó al suelo con la cara encendida y arqueó su cuerpo hacia atrás con una contorsión casi imposible. Logan recupero su paquete de Malboro, tomó el maletín y salió de allí hacia el hotel Convención.



Ya en la habitación sacó el estuche, y apartando las piedras, despegó el terciopelo del fondo. Allí estaba el microchip. Treinta millones le esperaban en Montenegro.
Alguien llamó a la puerta. Logan hubiera deseado que fuera la rubia. Abrió y encontró a un joven con una cazadora de flecos que le sonreía.
-¿Puedo pasar?
-¿Quién eres tú? ¿Qué deseas?
-Soy hijo de Ornella Estéfano y tuyo.

1 hablaron:

  1. Me ha gustado mucho, la narración mantiene en todo momento la espera de algo,y ello la mantiene viva hasta el final. Todo parecía tenerlo controlado (el debate sobre el escote,el plan para obtener las piedras,el deshacerse del matón,y casi que descorchaba ya el champán para un final perfecto) cuando la vida llama a su puerta.
    Enhorabuena Victor!

    Respecto a la participación :s
    intenciones no faltan jope, a ver si...

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